jueves, 3 de mayo de 2012

España es uno de los países donde más gente dicta testamentos




Un curioso teletipo llegaba hace meses de Lisboa. El aristócrata Luiz Carlos de Noronha Cabral da Câmara, heredero de una familia de rancia genealogía, había muerto, y era hora de ejecutar su testamento.



La noticia era la peculiar última voluntad del finado, que consistía en el reparto de sus bienes (dos casas, vehículos y un dinero) entre 70 personas que el hoy malogrado noble había elegido al azar en el listín telefónico cuando dictó testamento ante los alucinados empleados de una notaría hace 13 años.



¿Podría un español hacer algo similar? Sí, aunque sólo si está muy solo en la vida. Según las normas generales del derecho sucesorio español, las que provienen del Código Civil de 1889 y son de aplicación en la mayor parte del país, uno podrá disponer de sus bienes para legarlos a quien desee únicamente si no deja atrás descendientes, ascendientes o cónyuge.



Estos son los merecedores de la conocida legítima, que asciende a distintos porcentajes y derechos sobre la herencia, en función del grado de parentesco. Como dice con guasa Joaquín Borrell, decano del Colegio Notarial de Valencia, sólo en ese supuesto, “le puedes dejar todo a los pelirrojos de Benimaclet, si así te apetece”.



La libertad absoluta de testar, incluso para apartar de la herencia a los legitimarios, sólo la disfrutan en España los navarros, por su derecho foral, y los habitantes de cuatro pueblos alaveses en los que rige lo que queda del Fuero de Ayala (Amurrio, Ayala, Oquendo y varios lugares de Arceniega). La conservación del caserío en manos de la persona que el dueño crea más adecuada está en el origen de esta excepción.



En Navarra se exige, no obstante, que los parientes apartados sean al menos recordados en el testamento con una obsoleta fórmula de exheredación por la que parece que se les deja algo aunque no sea así: “Cinco sueldos febles o carlines por bienes muebles y una robada de tierra en los montes comunes por inmuebles”.



España es uno de los países del mundo donde más testamentos se dictan, y el primero de Europa. Según calcula el decano del Colegio Notarial de Aragón, Adolfo Calatayud, “la inmensa mayoría de las herencias que llegan a Hacienda lo hacen previo testamento notarial, cuando en Alemania o Italia, sólo un 10% de los ciudadanos lo redacta”.



La disparidad estriba en lo barato que resulta testar ante notario en nuestro país, 36,62 euros. Además es muy accesible –existen 2.780 notarios en activo, y se puede testar ante cualquiera de ellos por lo que hay gente lo hace lejos de su domicilio para mayor discreción–, y seguro, por la fe pública que adquiere la voluntad declarada.